La palabra no es
de nadie.
Ni del que la
emite.
Ni del que la
decodifica.
¿O acaso es de
todos?
Si por caso digo “laberinto”, la imagen que impregno
podrá ser distinta a la tuya. Y si discurrimos sobre dicho concepto, es posible
que nos lleve a distintos escenarios y a diversos estados de ánimo. Al decir una
palabra, creo dos: la que emití y la que creas. ¿Será posible comunicarnos?
@ConiglioFabian
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