Sus
pigmentos
se
plantan como un par de constelaciones
subrayando
el verde de sus ojos.
En
estratégicos espacios,
realzan
la blancura de sus pómulos de jabón.
Ganándole
la batalla al tiempo,
lejos
de ser preludios de senectud,
son
marcas de una infancia de colores vivos.
Signos
infinitos,
marcas
que simétricamente
se
elevan ante cada sonrisa,
rozando
con sus incipientes ojeras de mujer.
Rompiendo
la monotonía
de
esos espacios de piel, quizás inútiles,
emergen
multiformes,
pero
con la armonía de un cuerpo de ballet.
No
puedo imaginarme sus gestos
sin
sus salpicaduras de pinceles.
Sus
sonrisas serían parcas,
sus
guiños imperceptibles,
su
mirada cómplice perdería el candor.
¿Qué
hace diferentes a las personas?
¿Alguien
con sentido común
puede
pensar
que sea su pigmentación?
Autor:
@ConiglioFabián
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