―Podrán decir que he
enloquecido, pero gracias a mis desvaríos he llegado hasta aquí. Lo que no han
podido descifrar la filosofía, la historia, la filología, la antropología y
otras disciplinas más o menos teoréticas, estoy a punto de hacerlo desde mi
pragmatismo materialista. ―Ante estas palabras, la reportera se sintió
privilegiada de captar una de las mayores frases de mitad del siglo XXI, dicha
por el físico Rudolph Farteigger.
Es que este científico, con
su proyecto “G–konter” estaba a punto de ubicar la llegada del hombre a la luna
en el anaquel de los hechos triviales de la antigüedad.
Al reducir la materialidad
al máximo, la velocidad electromagnética podría alcanzar marcas nunca antes
esperadas. A esto se le añadieron los adelantos de las últimas décadas sobre
nanotecnología. Esta disciplina, que hasta el momento se había aplicado a los
escenarios microscópicos, ahora se estaba aplicando para trasladar un minúsculo
cuerpo por la inmensidad del cosmos. El poder de captación de ondas sonoras
perdidas en el espacio ya era tarea del dispositivo del prototipo “G–konter”.
El mismo, el dispositivo tecnológico más pequeño del planeta, estaba capacitado
para captar la primera onda emitida por la voz humana, grabarla y traerla de
regreso para ser decodificada y expuesta.
Treinta años le había
llevado a Farteigger trabajar simultáneamente con dos equipos a sus órdenes. El
primero de ellos debía determinar exactamente desde qué lugar del mundo había
nacido el lenguaje oral cargado de sentido, articulado en consonantes y
vocales, para luego poder hacer las mediciones exactas que permitieran saber en
qué posición estaba la Tierra en referencia al sistema solar y calcular a qué
distancia se encontrarían viajando las ondas de dichas palabras. El segundo
grupo de científicos tenía la misión de diseñar el dispositivo que pueda
alcanzar dichas ondas y enviar la señal que las mismas habían emitido en su
génesis.
Rudolph, ya octogenario,
rechazó la oferta de que lo jubilen del proyecto y en tres años de exigencia
logró poner a prueba el dispositivo “G–konter”. De acuerdo a las estimaciones,
en siete años, dos meses, cuatro días, seis horas y catorce minutos el receptor
instalado en la base del laboratorio recibiría el mensaje que nos devuelva las
primeras palabras del hombre.
Los resultados iniciales fueron
más que alentadores. El dispositivo, que al ir atravesando cada onda viajera,
transmitía al receptor dichas vibraciones, devolvió a tierra los ecos del
derrumbe de la torre de Pisa en 2039, el grito de gol de Messi que permitió
ganar el mundial de Rusia en 2018, las últimas palabras de Freddy Mercury antes
de morir, el comentario de un aldeano polaco ante el final de la segunda Guerra
Mundial, el “to be or no to be” del estreno del “Hamlet” de Shakespeare, una
sentencia de Carlomagno, entre otros registros más trascendentes.
Los años de mensajes se
iban acercando al objetivo deseado. Pero faltando dos años, el doctor
Farteigger sufrió un paro cardíaco que lo dejó postrado. Como milagrosamente a
los seis meses se lo vio repuesto de manera imprevista, algunas fuentes dejaron
difundir que es probable que el científico, previendo algún contratiempo debido
a su edad avanzada, contaba con un clon de sí mismo que le provea de material
descartable y que, en este caso, le hayan efectuado un trasplante de corazón
bajo esta metodología. De todas formas, faltando tres meses para llegar al
inicio de la emisión de palabras humanas, ya estaba constituido el grupo de
lingüistas que pudieran descifrar el significado de las primeras palabras en su
idioma original.
Llegó el día de la
recepción tan esperada.
Los sensores dieron la señal:
en treinta segundos llegará la primera frase humana.
―Cuatro, tres, dos, uno…
El audio reprodujo con
claridad una voz de mujer:
― “XIRÁ PIRU COLTN”.
Por fin la humanidad había
llegado a la raíz de la palabra. Aquella que lo diferenció de las otras
especies. Aquella que la elevó a un estrato que ningún ser viviente podría
llegar.
El mundo científico por fin
daba un aporte de peso a la civilización. Las cadenas de noticias difundieron
la famosa frase, que se viralizó al instante.
Al concluir tres semanas
intensas de investigación, los filólogos y lingüistas, pudieron dar el
significado de la primera frase humana. Inmediatamente se lo hicieron llegar al
alma mater de la investigación.
Desde su residencia, en
donde estaba con cuidados intensivos por la fragilidad de su salud, el hombre
más famoso del planeta, el físico Rudolph Farteigger, por videoconferencia para
todo el mundo, leyó el parte final de la investigación:
―La primera frase humana
es: ““XIRÁ PIRU COLTN: CAGAR―TAPAR―TIERRA”, es decir: “al cagar, después tapá
con tierra”.
Autor: @ConiglioFabian
fabianconiglio@gmail.com
1 comentarios:
En "En Busca de la Primera Palabra" el autor crea un relato ficcional acerca del enigma sobre la voz primordial. Averiguar qué fue lo que se dijo al inicio de la aparición del hombre es el eje vertebrador de la búsqueda científica que encarna en su personaje Rudolf Farrteinger, quien de manera incansable y metódica investiga a fondo este tema, a través de un proyecto de su autoría. La ciencia y la tecnología al servicio de la humanidad con el fin de develar al mundo un gran descubrimiento.
En un mundo ficticio en el que prima la cientificidad, el lector puede arribar a distintas conclusiones, mientras que el autor maneja la trama con un final inesperado.
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