Ensordecedor.
Como una campana. Y yo dentro de ella.
Vi
mi reflejo a través de la vidriera del bar. Y las voces mudas de una pareja que
desde su mesa hablaban de mí. El calor del mediodía ardiendo en mi espalda no
me permitió distinguir dónde se había alojado ese cuerpo extraño. No pude medir
el tiempo que me llevó acostarme pesadamente sobre las baldosas de la vereda.
Lo
que sí sé es que fui quedando pegado con el tibio adhesivo rojo que hasta ese
instante producía.
Autor: @ConiglioFabian
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(Lago del Desierto, El Chaltén. Santa Cruz, Argentina) |
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